Es sabido por todos que durante la Semana Santa, los cristianos optan por no comer carne y eligen comer pescados o mariscos, algunos durante toda la semana pero la mayoría especialmente el Viernes Santo. ¿Pero por qué es así esto?
En realidad, en ningún pasaje de la Biblia se alude directamente a esta prohibición, pero debido a que en Semana Santa, comenzando el Domingo de Ramos y culminando el Domingo de Resurrección, se celebra la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, esta tradición se instauró como una manera de honrar la penitencia del propio hijo de Dios, que pasó 40 días en el desierto en ayuno.
"La primera parte del Evangelio según San Mateo relata como Cristo pasó cuarenta días en el desierto y durante ese tiempo no pasó por sus labios ni bebida ni alimento. No cabe duda de que esta penitencia del Dios-hombre no solo era expiatoria sino también ejemplar. Si bien es cierto que Cristo no definió explícitamente los días ni las semanas en que sus seguidores estaban obligados a ayunar y abstenerse, al mismo tiempo su ejemplo acompañado de su respuesta a los discípulos del Bautista es una evidencia de que en el futuro sus seguidores se encontrarían sujetos a reglas por las cuales ayunarían", puede leerse en la seminal Enciclopedia Católica.
El padre Javier Klajner, del Santuario de Nuestra Señora que Desata los Nudos, le explicó a Infobae que la carne fue elegida como el alimento para evitar comer por su caracter suntuoso, pero que los cristianos pueden privarse en realidad de cualquier otra comida que les guste mucho.
"La idea detrás de esta práctica que mi sacrificio se convierta en un gesto de caridad, entonces aquello de lo que me privo, el precio que me costaría comprarlo, destinar ese dinero a la limosna, o comprarle algo a quien lo necesite. Que esa abstinencia, además de ser un acto religioso, hable de cómo se despierta mi corazón ante la realidad de los otros", afirmó.
En la misma línea, el especialista religioso y director del CUDES Roberto Bosca explicó a Infobae que el acento en esta tradición debe estar puesto en el simbolismo, no el detalle culinario. "No importa tanto si se come carne específicamente, lo importante es la actitud estar haciendo algo que implica una ruptura con lo ordinario, para pensar un poco más en las realidades espirituales, a la dedicación de cosas más importantes".
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